Juguemos a engañarnos

Juguemos a engañarnos, juguemos a engañar, porque no hay mayor confort que la mentira e, inevitablemente, la que menos. Repitamos esa mentira una y otra vez, hasta creerla porque quien vive en la mentira se acostumbra a las pocas verdades.
Todo el día te mientes porque sino, no sabes seguir, nos mentimos para avanzar, nos mentimos para retroceder. Me miento pensando que el pasado fue mejor, me miento pensando que el presente es mejor, me miento pensando que el futuro será mejor. Todo es una mentira, y en este juego solo pierdes tú, y tus trampas acaban arañando fuertemente a los que no decidieron jugar.

Me miento, me miento porque sin la mentira no se vivir, ¿cómo hay que vivir sin la mentira? El mundo ya es suficientemente cruel para no mentirse, Me miento pensando que puedo seguir, me miento pensando que podré, me miento pensando que es mejor desistir, me miento pensando que es mejor no mentirme. Pocas verdades para tanta mentira, pero, hay algo que está claro en mi, no miento para hacerme daño, no miento para hacer daño, miento porque me engaño pensando que no haré lo terrible de la mentira, el cruel desastre hacia lo ajeno a mi. Aún así, el juego se enturbia y todo juego tiene su final, algunos negros como el tizón de las cenizas del fuego y otros claros que, por desgracia, no conozco o si los conozco me he olvidado de ellos porque el fuego deja cicatrices, pero las marcas del sol desaparecen con el tiempo.

Y claro que nadie sabe porque miente, pero lo hacemos, a cada rato, tal vez pensamos que no podrán asumir la verdad, porque el perdón se escapa a nuestro entendimiento y el olvido es otro juego al que nadie sabe jugar, del todo bien. Las ilusiones son mentiras, las esperanzas, el amor en sí es una mentira bonita, la amistad... todo al fin y al cabo es un mentira y no hay mayor mentira que la de mirarse al espejo y pensar "estoy vivo de verdades". Porque tú también estás lleno de mentiras.